El Yagán en el Circuito Oceánico del Litoral
Por Fernando Roman
22 julio 2021

Era fines de enero de 1979, acabamos de correr la Off Valparaíso. Sin embargo, había que armar tripulaciones para una nueva regata que debutaba con el nombre Circuito Oceánico del Litoral y que sería auspiciada por el diario El Mercurio.
La Escuela Naval se presentó con 2 de sus 3 yates clase Pilot: el Ona y el Yagán.
La regata consistía en un track que iba desde Algarrobo a Quintero (Travesía 1); luego desde Quintero a Higuerillas pasando antes por Punta Ángeles (Travesía 2). Posteriormente un triángulo en la bahía de Valparaíso igual al triángulo de una Off (Travesía 3). De ahí a Papudo (Travesía 4), de Papudo a Pichidangui (Travesía 5), para terminar con una última pierna nocturna desde Pichidangui a Higuerillas vía Punta Ángeles (Travesía 6). Total, un poco más de 200 millas.

El Yagán, era el más pesado pero el más bonito y elegante de los tres Pilot que tenía la Escuela, ya que estaba forrado en madera (algo no bueno para una regata) y con muy buenas terminaciones.
El timonel era el instructor de Marina Mercante de la Escuela, Primer Piloto Víctor Leddhin Oelckers, los tripulantes eran los brigadieres Víctor Mardones Costa (táctico) y Julián Bilbao Bahnke (mayor), el cadete de cuarto año Fernando Román Fariña (proel) los cadetes de tercer año Felipe Parga Balaresque y Gonzalo Castillo Nicolás, y el cadete de segundo año Jorge Alarcón Pott.

Zarpamos unos días antes a Algarrobo para entrenar en esa rada, formarnos como equipo y afinar el bote. La tenida, era la del perro. Blue jeans, polera, chaleco tejido a mano y zapatillas. A bordo había un par tenidas de agua amarillas que estaban obsoletas y unos chalecos salvavidas de corcho tipo Kapok que nunca usamos.
El rancho, normalmente consistía en una hallulla con mortadela, una manzana que a veces variaba por una naranja y un bombillín. Este último era una caja en forma de una pirámide que contenía leche. También teníamos huevos y café para el desayuno. El baño era al costado y no había WC por lo que había que proceder por la borda o aguantarse hasta llegar al club de yates. Como el rancho no era muy gourmet, normalmente bajábamos a tierra por alguna mejora ya que había que dormir abordo.
La regata fue masiva y muy difundida en Chile por El Mercurio durante los 7 u 8 días que duró. Participaron los más grandes y mejores botes de la época. De hecho, nosotros los mirábamos con algo de envidia ya que el nuestro estaba viejito, era muy básico, no tenía los adelantos que veíamos en los otros y para peor nuestras velas tenían bastante uso. Obviamente, todo esto no nos daba mucha esperanza.

En esta regata compitió también el yate Caleuche. Era un Swan maravilloso que todos admirábamos. Su timonel era el Ministro de Relaciones Exteriores (de ese entonces) Don Hernán Cubillos Sallato, quien hacía unas pocas semanas había logrado la paz y el entendimiento con Argentina, en la parte más crítica de la cuasi guerra en que nos vimos envueltos con ese país, por la controversia del Canal Beagle.
Recuerdo que, a poco andar de la largada, íbamos navegando a un largo con el spinnaker desplegado, casi paralelos con el Caleuche, cuando una aeronave nos sobrevoló y tomó una linda fotografía que al día siguiente salió en primera plana en todos los diarios. Era el Yagán de los cadetes de la Escuela Naval junto al yate del Canciller que se la había jugado por defender a Chile de un inminente conflicto armado.
La fortuna para nosotros comenzó desde el primer momento. En mi opinión, en gran medida por la pericia de nuestro táctico de cortos 19 años; y pese a que éramos un bote pesado, logramos el primer lugar de nuestra categoría en la primera pierna, lo que fue un estímulo tremendo ya que no lo esperábamos.
El tramo más exigente lo tuvimos en el triángulo en la bahía de Valparaíso, con un viento sostenido de 25 nudos y rachas de 30. En esa zona, cuando el viento sopla con esa intensidad, genera una ola bastante considerable que afecta mucho a los yates medianos. Afortunadamente, los Pilot eran muy marineros y navegaban bien la ola cuando se usaban correctamente las velas.
Una vez más, el Yagán se comportó estupendamente bien y nuevamente pudimos lograr el primer lugar. Estábamos felices, no lo podíamos creer.
En puerto todo era fiesta. Como éramos simples cadetes, los yatistas más viejos, pero generosos, nos felicitaban y nos convidaban a salir y a comer a buenos lugares. Había mucha cordialidad con los demás competidores. Cómo no olvidarnos de la farra en la boite Las Tinajas de la calle Arlegui en Viña del Mar.
Los demás tramos sin mayores problemas, y siempre con muy buena posición excepto la pierna nocturna, en que tuvimos algunos inconvenientes con las velas. En efecto, durante un cambio de spinnaker a foque, con la mar un poco picada y viento fuerte, el brigadier Bilbao resbala en la cubierta de proa dándole con el escotillón en la cabeza del cadete Parga, quedando este último “grogui”, pero afortunadamente sin problemas mayores que nos permitieron proseguir con la regata satisfactoriamente.
Creo que el mérito de nuestro éxito, aparte de la pericia de nuestro táctico y también mucha, pero mucha suerte, fue el trabajo en equipo y el correcto liderazgo de nuestro timonel. No recuerdo peleas ni celos profesionales. El ambiente fue siempre grato, de sana competencia, camaradería y respeto, tanto en la mar como en tierra. Obviamente con algunos chascarros y correctivos a los más motes para que no se aprovecharan.

La clausura y entrega de premios fue en el club de golf Granadilla. La gran sorpresa fue que habíamos ganado en nuestra categoría. ¡Quién lo diría! Y tan poca fe que teníamos al principio.
A nosotros nos dieron un galvano y una medalla. Sin imaginarnos, resultamos campeones de una competencia de nivel nacional, con los mejores yatistas de Chile, que prestigió una vez más a nuestra querida Escuela Naval.
Yagán

Club de Yates Quintero.
Matrícula: Capitanía de Puerto Valparaíso.
Propietario: Particular.
Historial: Su primer propietario fue Agustín Edwards, a principios de los años 70 lo obsequia a la Escuela Naval, posteriormente lo vende a su actual propietario, quien lo mantiene en el Club de Yates de Quintero.
Fernando Román Fariña

Capitán Deportivo Costero, se inició en la vela como cadete el año 1976 en los yates Lightning y luego en los Whale y Pilot.
Ingresó al Club Naval de Deportes Náuticos el año 1981, a pocos meses de su creación.
Durante los años 82 y 83 apoyó al Club en la recepción de sus primeras embarcaciones.
Corrió regatas en diferentes clases entre los años 1976 y 1994. Luego, ha navegando solo de manera recreativa y en ocasiones apoyando al club en chequeos de vela mayor.
En abril del 2006 ingresó al Directorio del Club como Vicepresidente y luego como Presidente hasta mayo del 2013.
¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?
¡Haz clic en una estrella para puntuar!
Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 1
Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.
¡Siento que este contenido no te haya sido útil!
¡Déjame mejorar este contenido!
Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?
2 comentarios
Autor
Felicitaciones Fernando por compartir con nosotros tus vivencias en una de tus grandes aventuras, en esta ocasión en la regata costera “Circuito Oceánico del Litoral 1979”.
Es sin duda, un testimonio marinero donde se resalta el espíritu deportivo y gran trabajo en equipo.
Leyendo los integrantes de la selecta dotación, me he podido percatar que los únicos que siguieron la carrera naval fueron: Julián Bilbao Bahnke, Felipe Parga Balaresque y por supuesto tú, permaneciendo en ella por más de 30 años y alcanzando los tres el grado de capitán de Navío.
¡BZ Cadete N° 336!
Felicitaciones Fernando. Tu relato me trajo muchos recuerdos de aquella travesía. Claro que la escapada a Las Tinajas no la tenía en la memoria, pareciera que la hicieron pa callao. Me dejaron de guardia abordo?? Recuerdo también la recalada a Pichidangui, cuando nos tocaron la campana cerca del mediodía, siendo uno de los pocos yates que recalcaron a la vela. Prácticamente todos habían cargado el velamen y abandonado la regata por falta de viento . Y nos perdimos el asado, ya que la largada hacia Higuerillas fue como a las 16 y teníamos que prepararnos para la última pata.
Aún tengo el galvano y la medalla obtenida.
Un abrazo